El Discernimiento Correcto: Desarrollar Nuestro Propio Sendero del Yoga



No aceptéis lo que digo simplemente por el respeto que me tenéis; del mismo modo que el oro es puesto a prueba en el fuego, poned mis palabras a prueba en el fuego de vuestra experiencia espiritual.”
Buda

 
Quienes buscamos seguir el Yoga como sendero hacia la autorealización debemos siempre usar el discernimiento correcto para llevar ese camino siendo coherentes con nuestro cuerpo, nuestras posibilidades y realidad. Existe muchas veces la percepción de que los yogui deben mantenerse alejados del mundo en general y cumplir con distintos tipos de abstinencia para avanzar en el camino espiritual.

Sin embargo, esta forma de vivir el yoga como un asceta (practicando abstinencias físicas y materiales) no garantiza un mejor o mayor acercamiento a nuestra verdadera naturaleza, si bien es una de las vías, no es excluyente de otras que pueden ser puestas en práctica por cualquier persona que desee emprender esa búsqueda de forma sincera.

Desde mi punto de vista es un mayor reto el llevar el yoga a nuestra vida diaria, a la relación que tenemos con nosotros mismos, nuestro entorno y circunstancias. Es allí donde ponemos verdaderamente a prueba, en cada momento, si las semillas que hemos ido sembrado están dando frutos y qué debemos dejar atrás o hacer emerger en nosotros para que ese árbol del Yoga siga creciendo.

El Yoga no es un dogma ni una religión, está abierto a todos precisamente porque se trata de una forma de reencontrarnos con nuestro Ser, y a su vez de fundirnos con el Ser Universal. Todos tenemos esa misma esencia carente de dualidad y mortalidad, se trata de un regreso y no de una búsqueda al exterior. Si seguimos unos preceptos o prácticas sin realmente indagar porqué las hacemos podemos caer en el fanatismo y la obsesión.

Todo paso que demos debe partir desde la comprensión y la evaluación, para que en todo momento sea desde el respeto, el cuidado y la sinceridad para con nosotros mismos. Los extremismos y las prácticas ascéticas (abstinencias) sin un entendimiento correcto subyacente, nos abstraerán de la realidad y del autoconocimiento. El verdadero ayuno no es el físico, sino el mental y éste no puede mantenerse sin el discernimiento correcto.



Toda práctica es irrelevante
 si no es bien elegida en función de objetivos
 y luego de una sincera evaluación
 del momento evolutivo del devoto.
Ayunos prolongados, técnicas de purificación física,
regímenes especiales basadosen tal o cual principio
 son emprendidos con entusiasmo
ante la sugerencia irresponsablede devotos
que asumen el papel de orientadores.(...)
Tomen conciencia de que el ascetismo es otra cosa,
 es un trabajo responsable que no admite
 trivialidades ni autoengaño.

Si quieren ayunar (...): seleccionen un día a la semana,
y desde la mañana muy temprano
supriman de su dieta mental
todo deseo de venganza, por mínimo que sea;
 eliminen la envidia y el orgullo
 y no dejen que ingrese a su interior
ni una migaja de rencor.
Tomen el alimento sátvico de pensamientos puros
 y beban el néctar del amor del Señor.
Esto es ayuno en el mejor sentido,
el único que en realidad prepara para la vida superior.”

Swami Sathya Sai Baba


Para emprender un proceso de crecimiento personal debemos saber cuáles son los recursos que tenemos a nuestra disposición y sobre todo CÓMO hacer uso de ellos. Podemos leer todos los libros de espiritualidad, hacer prácticas diarias de Yoga, de meditación y llenarnos de títulos de enseñanza espiritual, pero si no existe una conciencia de cómo aplicarlos debidamente para el crecimiento personal es como verter el agua en una vasija hueca.
 
Todas estas herramientas sólo conducirían a una acumulación de conocimiento que no se ha internalizado ni se ha hecho carne, y por tanto, no logramos una verdadera transformación en nosotros. Incluso todos estos recursos de los que disponemos pueden hacernos perder el horizonte del camino si se convierten en medios para elevar el ego espiritual o desvincularnos de la realidad interior y de la realidad del mundo en el que vivimos.
 
En las prácticas físicas del Yoga, por ejemplo, el cuerpo nos da múltiple información sobre nuestro estado físico, emocional, mental y energético. Sin embargo, si sólo realizamos la práctica con el objeto de perfeccionar una postura o con la mente dispersa, podemos incluso lesionarnos por no prestar debida atención a las señales del cuerpo y en el mejor de los casos, sólo obtendremos algún beneficio físico puntual. La mera búsqueda de la perfección de las posturas sólo alimenta el Ego y nos aleja del verdadero fin del Yoga. El lesionar nuestro cuerpo haciendo una práctica, va en contra de Ahimsa -No Violencia-, el precepto de la primera rama del Yoga.
 
De allí que para hacer uso consciente de la práctica del Yoga físico debemos estar atentos y presentes, observando y escuchando el cuerpo a cada instante, respetándolo y aprendiendo de él con entrega y humildad. El cuerpo físico nos muestra nuestro estado mental y nos permite a su vez caminar en el autoconocimiento, pero ello puede aflorar sólo cuando hacemos un uso corrrecto y conciente de la práctica.
 
Cualquier práctica o principio del Yoga debe ser realizado sin extremismos ni exclusión, pues ello iría en contra de su esencia y nos desviaría de su propósito final. El Yoga nos habla de una serie de preceptos ético-morales, de prácticas dedicadas al autoconocimiento y la elevación de la conciencia. Si queremos ponerlas en práctica debemos preguntarnos cómo aplicarlas en nuestra vida diaria e ir sorteando los obstáculos que se nos irán presentando a lo largo del camino. Es allí cuando el uso del discernimiento correcto es fundamental para mantener los pies en la tierra y no sobreexigirnos ni desalentarnos con las caidas y para evitar asentir ciegamente a todo aquello que llegue a nuestros ojos y oídos relacionado con el camino espiritual.
 
Los valores ético-morales que plantea el Yoga como primeros escalones del sendero, son comunes a todas las religiones y no son externos a nosotros, sino que muchas veces permanecen nublados o incluso desactivados de nuestra forma de relacionarnos con nosotros y con el mundo por patrones y conductas que hemos aprendido dependiendo el ambiente en el que hemos vivido. Sin embargo, generalmente no se discute acerca de la razón por la cual un Valor se considera como tal, como un Valor. Sólo mediante el autocuestionamiento, el entendimiento y el discernimiento podemos tener la plena convicción de que queremos vivir conforme a ese valor, al Dharma -la acción correcta-
 
Podemos saber que hemos internalizado un Valor al ser conscientes de la pérdida personal que implica la ausencia de dicho valor. Cuando tenemos la certeza de que la ganancia de infringir ese valor es menor a la de vivir bajo esa estructura de valores. Esta maduración de la conciencia es el mejor mecanismo para ir desaprendiendo creencias falsas e ir integrando los valores universales. La propia conciencia es el mejor recurso, no necesitamos de recurrir a lo externo para vivir conforme al Dharma. 
 
Es la convicción interior que surge a partir del entendimiento y la internalización, lo que nos hará ir superando las tendencias que nos puedan alejar de lo dhármico. Ese es nuestro poder personal, nuestra voluntad consciente. Ella nos mantendrá a flote a pesar de los obstáculos y nos guiará, de modo que todo lo que queramos hacer por nosotros y por otros coincida con la acción correcta.
 
El Yoga es una filosofía de vida, un camino a recorrer que no es exclusivo ni excluyente a un determinado grupo, todo lo contrario, está al alcance de cualquiera que desee recorrerlo. Todo aquello que nos ayuda a crecer se consigue a través de la mirada puesta en nosotros, no en el afuera. La elección de decir la verdad o de mentir, de gritar o hablar conscientemente, de violentar(nos) o no, de pensar caóticamente o de educar la mente, está en nosotros.
 
Este proceso personal debe ir asentando sus raíces desde el convencimiento pleno y el entendimiento correcto, más allá de someternos a prácticas o principios sin haberlos sometido al análisis sincero. Aquello que le resulta útil, válido o beneficioso a otra persona, no necesariamente lo será para nosotros. Justamente desde esa conciencia de observarnos y de aceptarnos y a su vez de observar y aceptar nuestra realidad en cada momento, es que podemos ir armando las bases firmes sobre las cuales podemos transitar ese camino sin apegarnos ni perdernos en él.


La persona común no puede acceder a la sabiduría divina.
La persona común es aquella que afirma y sostiene
 una evidencia de la que toma cuenta
 sólo a través de sus cinco sentidos,
 descartando toda otra noticia
acerca de la realidad que la rodea,
 aún cuando el discernimiento le alcanzara
para develar ciertos aspectos con los cuales convive.
Debes procurar dejar de ser una persona común.

(...)Toda creencia debe ser puesta en tela de juicio,
porque cada una de ellas es un escalón
 que te permite el ascenso a uno superior y distinto
 desde el cual compruebas que la creencia anterior
debe ser cambiada,dejada de lado,
en pro de la experiencia que te procura
 el haber llegado un poco más alto;
la nueva etapa debe ser vivida plenamente,
y esto sólo es posible si no te atas a lo anterior,
 si no quedas fijado con la mitad de tu ser
 al escalón por el que ya pasaste,
 necesario para tu evolución
 pero no un fin en sí mismo sino sólo un medio,
 una herramienta idónea que es preciso abandonar
cuando la obra que realizas
te exige el empleo de una nueva.
Quien se aferra a sus creencias no crece.”

Swami Sathya Sai Baba



Namasté

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