LOS OCHO BRAZOS DEL YOGA. SEGUNDO YAMA
SATHYA: VERDAD


Permite a la verdad iluminar tu camino, 
guiar tu conducta y modelar tu carácter”.
Swami Sivananda


En otra entrada del blog, hice una mención de cada uno de los ocho brazos del Yoga según Patánjali y desarrollé el primero de los cinco Yamas, Ahimsa, la No Violencia. El segundo Yama -correspondiente a la primera rama del Yoga-, es Sathya. La raíz de Sathya, Sat significa “Ser”, “lo que existe”, de lo cual se traduce Sathya como “lo real”, “lo verdadero”.
Hay que hacer distinción entre lo que solemos pensar como “mi verdad”, la cual se sostiene desde el ego, y trabaja en función de nuestras percepciones e intereses personales, y la Verdad del Alma. Sathya es la verdad del Ser, es establecernos en el pensar, hablar y hacer que emerge cuando nos conectamos con nuestra verdadera naturaleza.
La mentira sólo tiene cabida desde el miedo, y por tanto nos esclaviza. Cuando adoptamos actitudes falsas nos dejamos arrastrar en un círculo vicioso que nos acecha mentalmente y nos llena de recelo, temor e intranquilidad. La mentira hace crecer nuestro sentimiento de inseguridad y hace que el otro pierda la confianza en nosotros. De allí que, aún cuando digamos la verdad, la gente no la creerá.


Quien es falso, quien teme a la verdad, quien se ciega a su propia herencia de inmortalidad
sufre muchas muertes. La verdad es lo inmutable. La falsedad es veneno;
la verdad, el néctar. Únicamente la verdad confiere esplendor.”
Swami Sathya Sai Baba


Mentir es una señal de cobardía, pues sólo desde la valentía y la intrepidez podemos reconocer nuestros errores ante los demás. Solemos engañar al otro para sentir su aprobación, para evitar asumir responsabilidades o consecuencias, para mantener una imagen que queremos proyectar. En ese enredo de engaños, perdemos nuestra energía y nos dejamos esclavizar por la mentira, y en nuestro intento de sostenerla seguimos mintiendo y por tanto, nos mentimos.


El hábito más fácil es el de hablar la verdad, la honestidad;
pues, si empiezan a decir mentiras, tendrán que llevar la cuenta de ellas
y recordar cuántas han dicho a quién y estar siempre alertas para no contradecir
una mentira con otra. Amen a la persona y ya no necesitarán engañarla con una mentira;
ustedes sentirán que se merece la verdad y nada menos que la verdad.
El amor ahorra muchísimo trabajo.”
Swami Sathya Sai Baba

La verdad de la palabra va más allá del no mentir, es hablar sin dañar ni perjudicar a nadie. Por ello, parte importante de la verdad es saber callar. Cuando una verdad hiere o daña al otro es preferible el silencio, pues Sathya jamás debe romper con el primer yama, Ahimsa -la no violencia-.
Hay una historia que ilustra cómo hay circunstancias en las que el silencio es el camino de la Verdad y la Rectitud (Dharma):


En una oportunidad, el Señor Indra ( Deidad Hindú de la Lluvia) decidió poner a prueba a un yogui que estaba observando dos votos. Su primer voto era que él no heriría ni dañaría a nadie y el segundo, que él no diría ninguna mentira. El Señor Indra llegó donde el yogui estaba bajo la forma de un cazador qu estaba tras un venado. Cuando el venado pasó corriendo delante del yogui, éste vio que se escondía en un matorral. El cazador se acercó y le preguntó, “Swami, estoy persiguiendo a un venado. ¿Lo ha visto usted?”
El yogui estaba atrapado en un dilema. Si decía que no lo había visto, sería igual a decir una mentira. Por el otro lado, si le revelaba donde se encontraba el venado, el cazador lo mataría. De cualquiera forma, rompería uno de sus votos. Entonces, el yogui oró a Dios para que le diera una visión o una idea mediante la cual él pudiera mantener sus dos votos.
Como Dios le había otorgado una visión, el yogui dijo al cazador: “Los ojos que ven no hablan, la lengua que habla no ve”.Los ojos que vieron el venado no pueden hablar. La lengua que puede hablar no vio al venado. El ver una cosa y decir otra es igual a una falsedad. De esta manera, el yogui se escapó de una situación difícil.


Cuando nos encontremos en una encrucijada como ésta, en lugar de pronunciar una falsedad -aún cuando sea tratando de hacer un bien- o de decir una verdad que causa peligro o daño a otro, es mejor guardar silencio. Al cultivar el silencio, aprendemos a escuchar al otro, a esperar el momento oportuno -si éste llega a presentarse- antes de hablar. Además del silencio de la palabra, existe el silencio interno, el cual nos permite asumirnos tal cual somos y llegar a las raíces de las tendencias engañosas construidas por el ego. En esa búsqueda del auto-conocimiento, podemos retirar progresivamente el velo de la ignorancia que nos aleja de la Verdad. Desde la voz del silencio, lo esencial en nosotros vibra para expresar lo verdadero.
Hace unos días, mientras me daba Reiki, emergió a la conciencia la siguiente frase: “No destruyas con una mano lo que haces con la otra”...y luego vi una imagen de un vaso de agua lleno y de una mano que volcaba el agua en un plato llano -con manchas de café-, esperando que la contuviese como si fuese el vaso. La frase y la imagen fueron un mensaje de cómo debo seguir indagando e internalizando la Verdad en todos los aspectos de mi ser, para ser coherente con el hablar, el pensar y el hacer que emane desde mi verdadera naturaleza, la Verdad.
De poco me sirve la acción correcta si mi mente, por ejemplo, vaga en pensamientos caóticos y desdice lo que hago, de igual forma si hablo la verdad pero mi acción no es consecuente con ella, es como la imagen del vaso que se llena de agua -siendo el agua símbolo de la Verdad- por un lado y luego se vierte en una superficie plana, desparramándose en el espacio. Es como labrar en el vacío, al final deshago con una mano lo que intenté hacer con la otra.
Para desvincularnos de la mentira, debemos comprender las motivaciones profundas que nos alejan de la verdad y nos llevan al engaño y combatirlas estableciendo un nexo indisoluble entre nuestro corazón y nuestra mente. Cada pensamiento debe corresponderse con nuestro hablar y actuar establecido desde la Verdad y por tanto, en el Dharma (Rectitud). Basando nuestra vida en Sathya, nos mantenemos en el sendero del Dharma.


Lo que cambia es la verdad mundana y lo que permanece inmutable es la verdad espiritual.
La verdad inmutable es la base de todo. Sobre la base de la verdad, Sathya,
se yergue la mansión del Dharma (Rectitud). La mansión puede tener cualquier color,
cualquier nombre, puede ser decorada de cualquier manera, pero los cimientos
no pueden ser cambiados. Esta base es lo que se debe entender por Sathya.
No hay Dharma mayor que la adherencia a la verdad” (Sathyannasti Paro Dharma)
Sathya es la base de Dharma.”
Swami Sathya Sai Baba


El sostenimiento del Ser es Verdad. Cuando nos establecemos en la Verdad, nuestras palabras y actos son como el rayo del trueno que, en su paso, sobrecoge, estremece e ilumina. La Verdad hay que experimentarla, y al hacerlo ella se sostiene por sí misma. Aquél que busque imponer la verdad, no la ha vivenciado. Sathya es omnipresente, inmanente en todo lo que existe, más allá del tiempo y del espacio, es la base que sostiene todo.
Cuando conectamos con nuestra voz interior y somos fiel a ella en nuestro pensar, hablar y actuar, nos inunda un sentimiento de paz, de dicha. Somos libres, fluimos desde el Ser. Allí yace la Verdad que somos, Satchitananda (Ser- Conciencia- Bienaventuranza). Al establecernos en el Ser (Sat) y en la Conciencia Pura (Chit), experimentamos Ananda, la Bienaventuranza. Esta dicha se halla dentro de nosotros, sólo debemos despertarla adheriéndonos a la Verdad.


"La creación emerge de la verdad y se funde en la verdad.
¿Hay algún lugar en el cosmos donde no exista la verdad?
Visualicen esta verdad pura e inmaculada."
Poema telugu


Namasté

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