APRENDIENDO A ESCUCHAR LA VOZ INTERIOR
“No
sigas las ideas de otros, pero aprende a escuchar la voz dentro de
ti”
Zen Master Dogen
En
cada momento, nuestro cuerpo se expresa y nos “habla” acerca de
su propio estado y a través de la sesión de Yoga, aprendemos a
escuchar y descifrar sus mensajes para hacer de nuestra práctica un
ejercicio de conciencia y conexión cuerpo-mente. Es un proceso que
requiere de atención, paciencia y auto-cuidado. El Yoga nos invita
a agudizar nuestro oído interno y dejarnos guiar por el variado
lenguaje del cuerpo.
A
lo largo de mi formación de Yoga y de mi experiencia como
instructora, he podido ir integrando progresivamente el arte de
escuchar mi propia voz interior para permitir que el fluir consciente
me guíe a lo largo de la práctica. Es un proceso de sentir la
respiración, el estado de reposo y de avance en el movimiento de
cada postura y de respetar el lenguaje del cuerpo, reconociendo sus
límites en el momento presente. Es soltar la expectativa de nuestro
ego de realizar la postura perfecta y más bien conectar con nuestras
sensaciones, sin forzar, juzgar ni controlar, sino en una continua
actitud de entrega y auto-observación sincera.
Hace
pocas semanas, un alumno me comentó al final de la clase, cómo en
la sesión de ese día pudo sentir las sensaciones fluir desde las
plantas de los pies, percibiendo su cuerpo plenamente enraizado y
presente a partir de Vriksasana (la postura del árbol). Esta conciencia puede
emerger cuando conectamos en el aquí y el ahora con el cuerpo,
escuchándolo y entregándonos a la experiencia que nos brinda en ese
preciso instante.
Igual
que hacemos el ejercicio de la escucha consciente dentro de la
esterilla, también podemos hacer lo propio fuera de la práctica, en
la vida diaria. Como siempre, cada vivencia o aprendizaje en la
sesión de Yoga se puede extrapolar y extender al mundo exterior.
Sólo al escuchar nuestra propia fuente de sabiduría, podemos
abrirnos desde el amor hacia nosotros mismos y hacia el resto de los
seres.
El
aprender a escuchar nuestra voz interior y dejarnos guiar por ella es
una práctica que nos ayuda a desarrollar la entrega y a llevar la
mirada hacia adentro. Nos aporta seguridad y fortaleza, y sobre todo,
nos hace vivir desde la Verdad. Es inclinarnos silenciosamente para
escuchar nuestro maestro interior y dejar que guíe nuestros
pensamientos, palabras, nuestro sentir y accionar.
Al
sumergirnos para escuchar nuestra guía interior, también estaremos
cada vez más abiertos a escuchar a los otros sin prejuicios ni
presunciones, sin evasiones ni automatismo, sin barreras ni velos.
Estaremos atentos a la relación con el entorno y lo que ello está
reflejando de nosotros mismos. Podremos escuchar a los demás bajo la
actitud de un aprendiz, con plena disposición, humildad y
discernimiento.
Podemos
empezar a agudizar el arte de escuchar, valiéndonos del
auto-cuestionamiento. Aquí comparto algunas ideas que pueden servirnos para abrirnos a la voz interior:
- Prestar atención a las señales del cuerpo físico. Por ejemplo, si lo sentimos entumecido, pesado, liviano, fluido. En caso de que haya un dolor en particular, ya sea de cabeza, de espalda, de rodillas, de estómago o una reacción visceral, deberíamos prestar atención. Estas sensaciones son un llamado de atención del cuerpo sobre emociones como la rabia o el miedo que persisten y llegan a manifestarse como una dolencia física. Cuando emerja una reacción del cuerpo, podemos detenernos y profundizar en ella, conectando con el dolor y dejando que éste nos hable de su origen emocional y mental asociado.
- Traer al estado consciente todo aquello que en nuestra vida nos genera un estado de dolor, ansiedad, o disfrute, y notar cómo la respiración, los latidos del corazón, la postura o temperatura corporal u otras señales físicas aparecen ante esa situación.
- Ser conscientes de cómo nos hablamos a nosotros mismos... cuando nos miramos al espejo lo hacemos desde la aceptación o el rechazo... somos hipercríticos con nuestro cuerpo o lo apreciamos y cuidamos. A partir de ello, podemos notar si somos severos o juiciosos con él y buscar establecer progresivamente un diálogo interno más saludable.
- Tomar conciencia de cómo minamos nuestra salud física, mental y emocional al preocuparnos, sobreexigirnos, subestimarnos, al sostener relaciones tóxicas -con la familia, la pareja y el entorno-, al aferrarnos a aquello que nos lastima o nos impide seguir avanzando en nuestro camino.
- Percatarnos si realmente escuchamos al otro, o sólo nos centramos en el “yo” y en nuestra visión de la realidad. Acaso queremos ser escuchados pero no nos interesamos en saber cómo se encuentra el otro? Está balanceada la ecuacion de dar y recibir en nuestras relaciones? Cuando hablamos con alguien estamos suponiendo lo que el otro piensa de nosotros o en lo que queremos decir a continuación?...si es así, realmente no estamos escuchando.
- Observar si nuestra visión de la realidad es objetiva y limpia o si estamos creando una historia en nuestra mente sobre nosotros mismos, o ante una persona o situación.
- Cuestionarnos si estamos presentes en cada momento de nuestra vida o actuamos de forma mecánica mientras nuestra mente divaga en el pasado o en el futuro.
Si
deseamos acudir a nuestra guía interior, debemos abrirnos a sentir,
con actitud de entrega y dejando el ego a un lado. Podemos invocar a
nuestra sabiduría a través de la respiración consciente y el
silencio. Al inhalar y exhalar, podemos pedir a nuestra Conciencia
Superior que nos guíe y nos dé la respuesta. A partir de ahí, es
sólo estar atentos a escuchar, sin buscar ni juzgar la respuesta,
simplemente recibirla con agradecimiento y humildad.
Mientras
más nos guiemos por nuestra propia sabiduría, la vida irá
adquiriendo un nuevo significado y un propósito más profundo.
Comenzaremos a experimentarla y apreciarla en su totalidad. Nos
abriremos para estar presentes y atentos, fluyendo sin resistencias.
Recuperaremos la libertad de nuestra mirada, el disfrute, la confianza y la capacidad de
reinventarnos y crecer con cada experiencia. Estaremos cada vez más conscientes de quiénes somos
y de cuál es nuestro propósito.
El
fin último del Yoga es reconocernos y retornar a lo que siempre
hemos sido, al Ser. Al escuchar nuestra voz interior, estamos
conectando con esa fuente de energía y de sabiduría infinita. Allí
no cabe el error, el miedo o la duda, es solo Amor y Verdad. Todas
las respuestas están dentro de nosotros, sólo debemos entregarnos a
escucharlas.
“Ámate...
acéptate...sé tú mismo,
estas
cualidades crearán por vez primera un individuo
cuya
llama interna es indivisible,
una
gran reserva de energía te envolverá y con ella,
una
voz interior se despertará dentro de ti.
La guía
interior asienta el Ser y nos regresa a casa, en el vasto Universo,
deja ir
la aturdente prisa, buscando alivio desde el estado de calma,
cada
individuo posee dentro de sí un ser pacífico,
que
espera silente a ser oído,
aprende
a escuchar y confiar en tu voz interior.
Se
necesitará escuchar profundamente,
ya que
has olvidado su silente voz guía,
aprende
a confiar en tu guía maestra,
la
existencia te sostiene a cada momento,
colmando
todas sus bendiciones sobre ti en cada aliento vital,
la vida
es prueba de esta bendición,
sumérgete,
sumérgete, sumérgete en el amor profundo y la entrega.
La guía
interior expandirá tu receptividad y tu ser,
eres
un Ser de Luz, eleva tu conciencia y vive más estando,
como
quiera que sea de pequeña tu llama interna....
es tu
llama interna, no la tomes prestada de ningún Gurú o Maestro,
ellos
no pueden dártela.
Tu vida
enciende la llama desde tu templo interior,
nadie
puede llegar allí sino tú, es tu santuario sagrado....
allí
eres tu propio Maestro, sólo tú puedes llegar allí
y
encender el fuego de la llama.”
Swami Rajneesh
Namasté
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