APARIGRAHA - VACIAR PARA LIBERARSE
“Quien está
firmemente establecido en el no poseer despierta al cómo y al porqué
de la vida”.
II, 39. Yoga Sutras
En esta entrada quisiera
compartir el último de los cinco Yamas, Aparigraha, que
corresponden a la primera rama del Yoga de Patánjali. Aparigraha
significa “no posesividad”, y al igual que en el resto de los Yamas, se aplica en todos los aspectos de nuestra vida. Es la
práctica del desprendimiento, que en lo más básico suele referirse
a soltar el apego a lo material. Ello no significa dejar de disfrutar
de lo que nos es dado, siempre que seamos conscientes de que todo es
impermanente y que aquella posesión no es la base de nuestra
felicidad.
Muchas veces podemos
acumular bienes por el miedo subyacente a la carencia, al no tener. Y
así empezamos a llenar la mochila, cargando a cuestas las sogas de todo aquello que creemos nuestro. Nos aferramos a lo
material, a una persona, a una relación, a un logro, a una conducta,
a un hábito, porque le hemos adjudicado seguridad y felicidad. Nos
“llenamos” de todo lo externo, y al hacerlo, nuestro estado de
bienestar pende sobre los hilos del mantenimiento de ese “mundo
ideal” que hemos ido construyendo en nuestra mente. Somos víctimas
de que algo en ese mundo cambie o desaparezca. Y cuando ello ocurre,
nos sentimos vacíos.
Mientras más intentamos
llenarnos con lo de afuera, más energía gastamos y perdemos en
custodiar y controlar esa posesión. Nos acortamos y alienamos, le
transferimos nuestra identidad a algo externo, y cuando lo
perdemos, se esfuma también esa emoción o bienestar atribuidos a lo
poseído. Nos sentimos desamparados y desprotegidos, infelices y
desafortunados. Nos hacemos vulnerables porque vivimos en el
desencuentro con nosotros mismos y seguimos transfiriéndole a algo la felicidad y la paz que ansiamos, para luego verla
desaparecer.
Aparigraha tampoco se trata de reprimirse, pues toda represión lleva a la rigidez, el acortamiento, el autoengaño. Se trata de ir soltando los apegos porque nos vamos conociendo cada vez más, somos más conscientes, y logramos progresivamente desidentificarnos de lo impermanente, de lo que está fuera de nosotros y que percibíamos como "nuestro". Es relacionarnos con los otros sin ataduras, sin afán de retener o controlar, desde el amor verdadero que aflora en la ausencia del miedo. Es amar sin dependencia, pertenencia ni expectativa, porque somos libres y nos conocemos íntegros.
Nuestras creencias, miedos, hábitos y expectativas, son modos más sutiles de ataduras que dan forma a la visión que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Éstos, por tanto, se convierten en disparadores y propagadores del resto de apegos que se manifiestan en nuestra conducta diaria. Para irnos deslastrando de esa
mirada distorsionada e ilusoria sobre la realidad es necesario ir muy
profundo, a las raíces de esas creencias, al origen de esos miedos, sanándolos y permitiendo que aflore en nosotros progresivamente la
mirada limpia y transparente del Ser.
Dicho proceso de
autoindagación y autoconocimiento requiere de un ejercicio de
sinceridad y de atención total y permanente, sin autoengaños ni
justificaciones. Es esa mirada honesta y sabia la que traerá consigo
una transformación real en nuestra conciencia y en la forma en que
experimentamos el mundo. La niebla que entorpece nuestra mirada se
disipará y podremos caminar en libertad por el sendero de la Verdad,
del Amor, de la Dicha. Iremos sintiendo cómo las antiguas
necesidades y ataduras ya nos parecen un despropósito ante la
experiencia de la paz interior.
Podemos plantearnos
distintas preguntas para ayudarnos a indagar, ¿qué es lo que
realmente necesito? ¿hay algo que sea realmente mío? ¿para qué me
aferro a …? ¿por qué temo perder..? ¿mi felicidad depende de
algo o alguien? Igualmente podemos respirar el apego, es decir,
concentrarnos plenamente en el “apego” cerrando los ojos y viendo
cómo y en qué lugar (es) de nuestro cuerpo está ubicado, cómo
puede expresarse a través de una tensión física y de qué manera se manifiesta
en la forma de la respirar... observar todo aquello que surja, sea
una sensación, un recuerdo, una palabra, una imagen, entregándonos
a la conciencia testigo para ir cada vez más profundo.
“Del aferramiento
surge el sufrimiento; del aferramiento surge el miedo. Para aquel que
está libre de aferramiento ni hay dolor ni mucho menos miedo.”
El
Dhammapada, Cap. 16, Buda
La única paz inagotable
e infinita está en el reencuentro sincero con nosotros mismos, en la
búsqueda interior que nos lleva a la Verdad y de allí surge el
desprendimiento de forma natural, somos realmente libres. Podemos
poseer bienes y mantener relaciones sin querer retenerlos porque vamos llenándonos del contento interior, y sin carencias, los
apegos van diluyéndose de forma natural.
Lo único permanente
reside en el interior, en la naturaleza verdadera de cada uno de
nosotros y cuando accedemos a ella podemos fluir en armonía con el
Universo, sin afán de recibir o poseer, sino de abrirnos a lo que se
nos brinda en todo momento y de dar sin esperar algo en retorno.
Cuando detrás de cualquier acción yace el interés subyacente de
obtener algo a cambio o simplemente de tener la certeza de haber
ayudado, actuamos desde el ego, estamos aferrados a los actos y a la
respuesta que esperamos. Sólo “ayuda sin preguntarte si lo
hiciste; no te ates a tus actos, haz y deja pasar” (Sathya
Sai Baba del libro “Swami, un camino de Amor” de Graciela
Busto).
“El desapego es la
prescindencia gozosa de lo que tienes cuando lo tienes y cuando te
falta; es valerte de los bienes sin depender de ellos, y, sobre todo,
sin sentir -en lo profundo de ti- que el hecho de poseer o no poseer
bienes agrega o quita algo a tu propio valer. El desapego nace de una
genuina satisfacción interior que no puede menguar con ninguna
carencia, y que no puede ser aumentada por agregado alguno de bienes,
materiales o de los otros. Tampoco debes convertirte en un pordiosero
o vestirte con harapos; atiende bien a esto: si te vistes con harapos
deliberadamente, está claro que le asignas un alto valor a la seda.
Usa la seda peroque eso no te cambie, y tampoco cambies si te ves
obligada a vestirte pobremente. Por supuesto que esto sólo te será
posible cuando poseas una profunda libertad interior”
Sathya Sai Baba,
del libro “Swami, un
camino de Amor” de Graciela Busto
El
desapego no es algo que se logra de un día para otro, sino más bien
una conciencia presente en cada momento, de vivir dejando de
transferirle nuestra identidad a los objetos, personas o situaciones
... de ir vaciándonos de reacciones, relaciones y hábitos tóxicos..
de permanecer abiertos a lo que es, en este preciso momento, fluyendo
sin resistencias. Estando plenos interiormente, la felicidad deja de
depender de las circunstancias, podemos experimentar las distintas
emociones sin dejarnos aprisionar por ellas.
La
práctica de Aparigraha
es un camino largo que requiere de constancia y voluntad en la
búsqueda de conocernos para reconectar con la Fuente inagotable de
amor, abundancia y paz que está dentro de nosotros. Estando en
sintonía con ella, nuestra visión de la vida cambia y podemos
experimentar el día a día desde un lugar de conciencia y entrega,
en libertad. Nuestra respiración es la mejor maestra del
Aparigraha,
debemos liberar el viejo aire para poder llenarnos con el nuevo, es el permanente fluir de la vida, el dar
y el recibir, es vaciarnos de ignorancia y llenarnos de Verdad.
NAMASTÉ
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